En medio de los graves efectos de la crisis climática, las imágenes que retratan la recuperación del agua dulce en América Latina dan esperanza. Presentamos cuatro proyectos que están conservando el recurso hídrico en zonas de glaciares, humedales y alta montaña de Ecuador, Perú, Colombia y México.
En este reportaje fotográfico demostramos que no todo está perdido
Desde 2005, en el cerro Pisaca, la comunidad ecuatoriana de Catacocha ha recreado un sistema de captación y dotación de agua hecho a base de 250 lagunas artificiales para almacenar el agua lluvia.
Esta estrategia ha permitido que los habitantes de esta ciudad desértica tengan agua todo el tiempo, obtengan mejores y más abundantes cultivos, y mejor producción en sus animales.


En Colombia, en la Mojana, uno de los sistemas de humedales más grandes del mundo, miles de campesinos adelantan distintos esfuerzos por recuperar sus modos de vida y restaurar las ciénagas, zapales y caños que habitan.
“La meta de nosotros es devolverle un poco a la naturaleza lo que ya ha perdido, esperando que los ríos y los caños vuelvan a su cauce normal”, dice César Rivera, habitante de la vereda Perú, en Colombia.


En México, desde hace 15 años, investigadores y productores trabajan para conservar la zona chinampera del sistema de humedales de Xochimilco. Estos antiguos sistemas agrícolas, considerados únicos en el mundo, se han degradado drásticamente.
Su plan consiste en reducir la cantidad de carpas y tilapias (especies introducidas), impulsar el monitoreo ambiental y crear chinampas-refugios para restaurar el ecosistema.


En Perú, el nevado Ritipata se enfrenta a una lamentable realidad: en los próximos años morirá. Los comuneros implementaron un sistema tradicional de siembra y cosecha de agua para regar sus pastos y reducir la muerte de sus alpacas por hambre y sed.
“Con las qochas logramos que tenga algo de agua y comida en los meses más difíciles”, dice el comunero Gregorio Ccorahua.


Imagen principa: Carlos Sumano, quien gestiona en campo el proyecto de restauración ecológica, bautizado como chinampa-refugio, se sabe de memoria el estado de cada refugio, su ubicación y hasta los horarios de almuerzo de los propietarios. Crédito: Aminetth Sánchez.