- Según un nuevo estudio, la extracción de oro en Madre de Dios (Perú) está destruyendo los pantanos de turberas que sirven como sumideros vitales de carbono.
- En el artículo científico, publicado en la revista Environmental Research Letters, se utilizaron 35 años de datos del satélite Landsat de la NASA para rastrear la expansión de la minería del oro.
- Se encontró que la minería ha destruido más de 550 hectáreas de turberas en los últimos 35 años, y más de la mitad de ellas solo en los dos últimos años.
- De acuerdo con el estudio, al menos 63 de las 219 zonas de turberas han sido afectadas por la minería, poniendo en riesgo inmediato a más de 10000 hectáreas, con la posibilidad de que se liberen a la atmósfera hasta 14,5 millones de toneladas métricas de carbono.
Escondidas en la selva amazónica se encuentran las turberas, un tipo de bosque pantanoso clave para combatir el cambio climático por su capacidad de absorber y almacenar carbono. Sin embargo, en un reciente estudio se ha descubierto que estos pantanos de turberas están desapareciendo rápidamente en las zonas mineras de Perú.
De acuerdo con los investigadores, en Madre de Dios, al sureste del país, la extracción de oro ha destruido más turberas en los dos últimos años que en los 35 años anteriores juntos. La destrucción no solo amenaza la biodiversidad única de la zona, sino que también podría provocar un aumento de las emisiones de carbono.
“La minería se está extendiendo muy rápido en estas zonas frágiles y no hay suficiente aplicación de la ley para protegerlas”, dijo en un comunicado John Ethan Householder, coautor del estudio. “Si no frenamos la destrucción, el daño a las turberas de la Amazonía podría ser permanente, con graves repercusiones ambientales, sociales y económicas a largo plazo”.
En el estudio, publicado en marzo en la revista Environmental Research Letters, se utilizaron 35 años de datos del satélite Landsat de la NASA para rastrear la expansión de la minería del oro. Se descubrió que más de 550 hectáreas de turberas han sido destruidas por esta actividad en los últimos 35 años.

De acuerdo con la investigación, al menos 63 de las 219 zonas de turberas han sido afectadas por la minería, poniendo en riesgo inmediato a más de 10 000 hectáreas, con la posibilidad de que se liberen a la atmósfera hasta 14,5 millones de toneladas métricas de carbono. Esto es similar a las emisiones anuales de millones de vehículos, según el comunicado de prensa del estudio.
“La rápida proliferación de la extracción de oro en el interior de las turberas parece tener tal alcance que constituye una amenaza existencial para todo el complejo de turberas”, dice el estudio.
Las turberas en la Amazonía son relativamente nuevas para los investigadores, ya que en 2009 se descubrieron varias en el norte de la Amazonía peruana y las primeras de Madre de Dios solo se registraron de manera oficial en estudios realizados alrededor del 2012. Antes de eso, muchos científicos creían que solo Indonesia tenía turberas de bosques tropicales.
Cuando Householder empezó a investigar la zona alrededor de 2010, le llevó seis meses darse cuenta de que estaba pisando una turbera, comentó. Eso era algo que estaba demasiado lejos de lo que los científicos esperaban encontrar.
“Al final, caí en la cuenta de que estaba caminando sobre una turbera”, dijo a Mongabay. “Según todas las opiniones de los expertos, este ecosistema no debería existir en realidad en la Amazonía. Y sin embargo, ahí estaba”.
Las turberas se forman comúnmente debido a inundaciones permanentes que crean condiciones de anegamiento y ralentizan la descomposición de la materia orgánica, pero en la Amazonía solo hay inundaciones temporales seguidas de una estación seca, lo que dificulta su existencia.
Solo en condiciones únicas, en donde el agua permanece durante períodos más largos, el suelo queda anegado y privado de oxígeno, lo que vuelve la actividad microbiana lo suficientemente lenta como para formar la turba.

Según el artículo científico, estas turberas son algunos de los ecosistemas más densos en carbono de la Amazonía, capaces de almacenar siete veces más carbono por hectárea que otros ecosistemas forestales cercanos. Mantener ese carbono en el suelo, en lugar de permitir que entre en la atmósfera, es vital en la lucha para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2º Celsius respecto a los niveles preindustriales, comentó Householder.
Para el científico, “se trata de carbono acumulado probablemente alrededor de entre 6000 y 10000 años y en cuestión de 20 años, van a desenterrarlo todo”.
Durante la pandemia de COVID-19, el Gobierno de Perú llevó a cabo una serie de redadas para acabar con la minería ilegal de oro, pero solo tuvo éxito temporalmente. Los campamentos mineros ilegales regresaron y hoy en día se están adentrando incluso en nuevas zonas de la selva.
Las imágenes por satélite muestran que la mayor parte de la minería tiene lugar cerca de los ríos porque la actividad requiere importantes cantidades de agua para extraer el oro, limpiar los sedimentos y hacer funcionar la maquinaria. La mayoría de las turberas se encuentran lejos de los ríos, por lo que la minería no ha invadido históricamente esos ecosistemas.
En la actualidad, la minería en las turberas solo representa el 9 % de toda esta actividad en Madre de Dios, pero, de acuerdo con los investigadores, podría alcanzar el 25 % en 2027, a medida que los mineros se adentren en la selva en busca de lugares aislados con menos competencia.
“La distancia ha sido probablemente el principal protector de estas turberas”, dijo Householder. “Con el tiempo, esa distancia se ha ido erosionando a medida que los mineros se alejan cada vez más del río y se adentran en la llanura aluvial”.
REFERENCIAS
Daichendt, N., Janovec, J. P., Tobler, M. W., Wittmann, F., Latrubesse, E. M., Hastie, A., … Householder, J. E. (2025). Surge of peatland destruction by an advancing front of artisanal gold mining in Amazonia. Environmental Research Letters, 20(4), 044001. doi:10.1088/1748-9326/adb868
Lähteenoja, O., Ruokolainen, K., Schulman, L., & Oinonen, M. (2009). Amazonian peatlands: An ignored C sink and potential source. Global Change Biology, 15(9), 2311-2320. doi:10.1111/j.1365-2486.2009.01920.x
*Imagen principal: Comunidad Chaidi, donde viven unos 45 ayoreos. Foto: Pánfilo Leguizamón. Este texto se publicó originalmente el pasado 26 de marzo en Mongabay US.