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El secreto de Itia Mama Minga: un proyecto comunitario que reforesta el bosque en la Amazonía de Ecuador 14pe

Óscar prepara el chunchu para sembrarlo. En Itia Mama Minga esperan que en un futuro no muy lejano el bosque esté 100% recuperado. Crédito: Kankuana Canelos. 4t484g

  • Kankuana Canelos, participante de la beca de Mongabay Latam Miradas indígenas de la Amazonía ecuatoriana, muestra en este fotorreportaje la iniciativa de una familia para restaurar una zona que fue deforestada.
  • La familia Montahuano Ushigua sembró plantas maderables, medicinales y frutales en 30 hectáreas de bosque secundario.

La comuna kichwa San Jacinto, en Pastaza, Ecuador, enfrenta una progresiva deforestación desde la década de los 70, cuando una fábrica de carbón y la empresa Té Sangay intentaron instalarse en la zona. Aunque no hay datos de los impactos de estas industrias, la Red Amazónica de Información Georreferenciada (Raisg) encontró que en el cantón Mera, donde se asientan comunidades de la Comuna San Jacinto, se deforestaron 4678 hectáreas entre el 2001 y el 2020, más del doble del área de la isla sa San Bartolomé. En respuesta a esto, una familia indígena Sapara creó una iniciativa de reforestación.

Mientras la empresa de té deforestaba para expandir los cultivos de una planta que no es nativa para la región (Camellia sinensis), la otra empresa talaba para convertir la madera en carbón. Poco a poco, árboles nativos como el cedro desaparecieron de la comuna. Los pobladores se opusieron a estas actividades y expulsaron a las dos empresas, pero el daño dejó zonas descubiertas que se convirtieron en pastizales, cuenta Oscar Montahuano, miembro de la comunidad Puerto Santa Ana. Un análisis de la Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE estimó que la deforestación genera el mayor porcentaje de riesgo (83,12 %) de todas las amenazas provocadas por la acción humana sobre la naturaleza en ese territorio.

El análisis de la ESPE también encontró que las familias, presionadas por las necesidades económicas, se dedican a la venta de productos agrícolas (39 %), al trabajo en las ciudades (29 %) y a la venta de madera (24 %). El piwi (Pictocoma biscolor), por ejemplo, es una de las maderas más vendidas en la actualidad, a pesar de que está entre las que lideran la regeneración de los bosques secundarios. La tala de esta especie contribuye a la degradación forestal.

Para combatir este problema, la familia Montahuano Ushigua, de la nacionalidad sapara, creó el proyecto Itia Mama Minga que busca reforestar con plantas nativas las áreas degradadas de la comunidad de Paushiyaku, en San Jacinto de Pinduk. Le pusieron el nombre de Itia Mama Minga, que en lengua sapara y kichwa significa “el trabajo colectivo en memoria de mi madre”, pues buscaban honrar la memoria de Carmelina Ushigua, una mujer sapara conocedora de las plantas medicinales que tenía la idea de recuperar la flora y fauna de la zona. Itia Mama Minga, además, forma parte del programa de Bosques comestibles de la Fundación Pachamama. Esta organización entregó 5000 plantas, entre maderables, medicinales y frutales a la familia Montahuano Ushigua, que fueron sembradas en 30 hectáreas de bosque secundario.

“La lucha de las culturas indígenas es por esto. Hay vida en la naturaleza, hay formas de vida que están en movimiento que nos permiten alimentarnos, sanar, caminar, cuidar y nosotros debemos cuidar, los que estamos a diario en o con la naturaleza, sembrando, amando, soñando”, dice Yanda Montahuano, miembro de Itia Mama Minga.

Imagen destacada: Óscar prepara el chunchu para sembrarlo. En Itia Mama Minga esperan que en un futuro no muy lejano el bosque esté 100% recuperado. Crédito: Kankuana Canelos. Todas las fotografías de este reportaje son de autoría de Kankuana Canelos.

Tucos de Piwi (Pictocoma biscolor) apilados a un lado de la carretera vía a Madre Tierra. Esta especie está presente en bosques secundarios y es de crecimiento rápido: se cosecha en apenas tres años. La madera de piwi es la más vendida por las familias de estas zonas, pues es muy usada para la fabricación de cajones para transportar frutas. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Óscar Montahuano está sentado junto al fuego, en la casa donde recibe a visitantes y donde se realizan rituales de medicina. Itia Mama Minga es una iniciativa en honor a su fallecida esposa, Carmelina Ushigua. Ella fue una mujer sapara, quien tuvo la idea de recuperar la flora y fauna de la zona con la siembra de plantas nativas y el aprovechamiento sostenible del bosque. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Omar Tello sostiene dos semillas de plantas de su vivero de semillas, ubicado en la ciudad de Puyo. Omar es director del programa de bosques comestibles de la Fundación Pachamama y es quien se encarga de entregar plantas a varias comunidades de la comuna San Jacinto. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Óscar sostiene dos semillas de chunchu, como es conocido en kichwa el árbol Cedrelinga cateniformis. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Este es un árbol de guayabillo, una especie que hace décadas se daba de manera natural en las islas del río Pastaza, donde ahora se asientan comunidades como Paushiyaku. La fábrica de carbón acabó con estos árboles. Crédito: Kankuana Canelos.

 

El Jardín Botánico las Orquídeas, a 3 Km de la ciudad de Puyo, vía a San Jacinto, es un bosque de siete hectáreas. Omar Tello, el propietario, empezó a sembrar especies nativas, entre maderables, frutales y orquídeas, hace más de 40 años. Crédito: Kankuana Canelos.

 

El sendero del bosque Jardín Botánico Las Orquídeas se abre entre árboles de más de treinta años de edad. En los bordes del sendero, las especies son identificadas con un pequeño cartel. Crédito: Kankuana Canelos.

 

“A raíz de la deforestación del bosque, ahora lo que ha quedado es solo bautizos de ríos, montañas con nombres de animales que vivían en este bosque. Este río que vemos aquí se ha bautizado con el nombre de Paushiyaku, río paujil en castellano, antes de la deforestación había árboles de guayabillo y las pavas llegaban a comer sus frutos”, cuenta Óscar Montahuano. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Este ceibo, que lleva más de 40 años en pie, se encuentra en el bosque de Omar Tello. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Omar Tello muestra la foto de una de las especies nuevas que apareció hace algunos meses en su bosque. “El acercamiento de cada especie silvestre, entre insectos, arácnidos, mamíferos, es el indicador natural de la salud del bosque”, asegura. Crédito: Kankuana Canelos.

 

Esta hectárea de terreno muestra el estado en el que quedó el territorio después de la deforestación. Crédito: Kankuana Canelos.

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