Aunque también existen otras teorías para explicar esta crisis en todo el país, como la sobreoferta de coca y el cambio de consumo de cocaína a drogas más sintéticas. Pero, las mismas disidencias de las FARC han difundido entre las comunidades que con este gobierno las conexiones con funcionarios corruptos necesarias para traficar la droga se perdieron. “Eso lo dicen los mismos Comandos, que con este gobierno se les jodieron las rutas”, dice una de las fuentes que pidió no ser citada por seguridad.

Y aunque los ríos del dinero de la coca parecen haber parado y con ellos la deforestación de la selva, la crisis no se llevó ni la guerra ni las armas.

El confinamiento de los siona

“Señores, somos los Comandos de Frontera-Segunda Marquetalia, estamos haciendo un control del río. Bájense con la cédula y el celular en la mano”, son las palabras que dijo uno de los disidentes de las FARC tan pronto la lancha en la que se desplazaba esta alianza periodística llegó a la orilla donde estaban haciendo un retén rutinario los “Comandos de Frontera”.

El control lo hacen para asegurarse que por el río Putumayo, su territorio, no pase ningún infiltrado del Frente “Carolina Ramírez-”, lo cual dejan claro a los pasajeros y a los periodistas.

“Aquí estamos para ayudarlos, nosotros estamos con el pueblo”, justifica un hombre blanco y flaco vestido completamente de negro, con indumentaria militar, un radio en el pecho y un fusil AK-47 terciado al hombro.

Mientras sus hombres revisan que las cédulas de los pasajeros no coincidan con una lista de nombres que tienen en la mano, el hombre sigue su proclama: “Aquí no reclutamos a menores como los otros, como ve aquí todos somos mayores de edad. Nuestro único enemigo son los del Frente Primero ‘Carolina Ramírez’, esos sí reclutan menores de edad”.

Los hombres de la disidencia de “Comandos de Frontera” patrullan por las veredas, los resguardos y a lo largo del río Putumayo. Crédito: Santiago Rodríguez.

El retén en el que estuvo esta alianza periodística fue a una hora de Puerto Ospina, un corregimiento de Puerto Leguízamo donde tiene una base la Armada Nacional. No es coincidencia, pues cerca del punto del retén los Comandos tienen un campamento según alertó la Defensoría en 2022 y esta alianza comprobó con varias fuentes en terreno, que por seguridad de ellas no son citadas.

El punto en que está el campamento de los Comandos de Frontera es cerca a varios resguardos indígenas y de las comunidades siona. Esto llevó a los indígenas como Nestor a preferir dar su testimonio afuera y no dentro de sus resguardos. Es el miedo que genera vivir en un punto clave para los grupos armados.

La razón de tener un campamento en esta zona más norte del parque La Paya, donde están ubicadas varias comunidades indígenas de los siona y otros pueblos, es que está cerca de un terreno al que los indígenas llaman “loma”. Es una zona elevada que se mantiene seca, incluso en las temporadas de lluvias, que inundan la selva en otras zonas más bajas. Esto pasa en la mayoría del parque natural La Paya que es una selva inundable llena de lagunas y pantanos.

“Es estratégico por las características de su geografía, dado que cuenta con el fluvial, y también la posibilidad de transitar por vía terrestre, lo que facilita la movilidad de tropas, así como la conexión hacia Mecaya y la cuenca del río Caquetá”, se lee en la alerta temprana 02 de 2022 de la Defensoría del Pueblo.

En otras palabras, es un corredor que conecta la cuenca del Putumayo, que es la retaguardia de los “Comandos de Frontera”, con los ríos Caquetá y Mecaya, que son el centro de operación del “Frente Carolina Ramírez”.

En un informe clasificado de la Fiscalía, al que tuvo esta alianza periodística, en un testimonio de un exintegrante del “Frente Carolina Ramírez” se señala que el campamento principal está ubicado entre los ríos Mecaya y Yurilla, en la cuenca del río Caquetá.

Por eso, este paso terrestre ha sido aprovechado por los guerrilleros disidentes del “Carolina Ramírez”, los cuales según señala la Defensoría “tienen mayor fortaleza moviéndose por tierra”. Incluso estos disidentes llegaron a tener control de parte de esta región. Desde allí hicieron retenes y lanzaron una ofensiva contra los Comandos de la Frontera en noviembre del 2019, según se desprende del relato del exintegrante en el informe de la Fiscalía.

Esas incursiones en la parte alta del parque La Paya en años anteriores han generado zozobra porque han puesto a los indígenas que habitan allí en la mitad de los dos grupos armados. En febrero de 2021, cinco integrantes de una familia indígena del resguardo siona de El Hacha fueron desaparecidos por los “Comandos de Frontera” cuando retomaron el control de esta comunidad. La razón, como confirmó esta alianza periodística con varias fuentes del territorio, fue la sospecha de que estaban entregando información a los integrantes del “Carolina Ramírez”, pues uno de sus familiares se había unido a ese grupo armado.

Esta disputa entre las dos facciones disidentes de las Farc ha dejado minas antipersonal plantadas en medio de la selva que comparten muchos resguardos, para cerrar el paso hacia el Mecaya. Esto ha cercado a los indígenas siona que no pueden recorrer libremente su territorio y les impiden cumplir con los mandatos tradicionales.

“En nuestros resguardos se hacían recorridos por todo el territorio. Cada año se hacían dos recorridos, pero ya van a ser tres años y no hemos hecho ninguno por las minas. Nos da temor andar por nuestro propio territorio”, lamenta Néstor.

El confinamiento de las minas se ha sumado a los toques de queda que han decretado los “Comandos de Frontera” a partir de las 6 de la tarde, algo que también los ha limitado para salir de caza durante la noche o ir a pescar en la oscuridad. “Ustedes pueden estar tranquilos pescando, pero el personal ve a alguien sospechoso y le va a dar de baja”, recuerda Néstor que esas han sido las instrucciones de ese grupo armado en varios resguardos.

La presencia constante de este grupo ha afectado incluso lo más sagrado del pueblo siona: la toma de “remedio”. Estas ceremonias son hechas en las noches y para poder ir al lugar de la ceremonia tienen que salir antes del toque de queda y aun así se sienten vigilados por los patrullajes de los Comandos.

El confinamiento se ha recrudecido a la par que el temor al recrudecimiento de la guerra que había menguado en los últimos meses.

En el primer semestre del 2023 —en parte por los ceses al fuego decretados por el gobierno— la confrontación entre los “Comandos de Frontera” y el “Frente Carolina Ramírez” se frenó en Putumayo. Este hecho fue destacado como un efecto positivo de estos ceses al fuego, en su momento, por los expertos de la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Pero la aparente calma en Putumayo se rompió. El pasado lunes 17 de julio, en Puerto Guzmán ambos grupos se enfrentaron, con un saldo de muertos aún por determinar, pues algunas publicaciones hablan de hasta 20 comandos asesinados, mientras que ese grupo armado dice que fueron siete. La primera acción de una escalada violenta en la región.

La recuperación de las tradiciones de sus ancestros se convirtió en una forma de sobrevivir para los indígenas amazónicos. Foto: Sergio Alejandro Melgarejo.

“Vamos a ver como se ponen las cosas, porque las peleas siguen”, dijo alias “Carlos”, un miembro de los Comandos de la Frontera, por chat, cuando preguntamos si la guerra se reactivaba en la región en julio de este año, como efectivamente ocurrió y volvió a afectar los siona.

El 18 de septiembre, el resguardo indígena de Buenavista, en Puerto Asís, tuvo que desplazarse forzosamente debido a los combates entre las facciones de disidencias de las FARC. Esto profundizó la zozobra de los siona.

“Con ocasión de enfrentamientos armados entre dos grupos de corte irregular las familias de la comunidad Puerto Silencio del Resguardo Buenavista y del Resguardo Piñuña Blanco, Puerto Asís, Putumayo se encuentran en condición de confinamiento”, se lee en un comunicado del 21 de septiembre. Aunque no menciona a los grupos estos son los Comandos de Frontera y el Frente “Carolina Ramírez”.

“El total global de personas siona de los resguardos Buenavista y Piñuña con necesidades humanitarias urgentes es de 636”, se lee en un comunicado. Mientras en otras regiones de Putumayo, los Comandos han decretados paros armado. Una situación que ha agudizado el confinamiento de los siona.

* Imagen principal: En la Amazonía colombiana, los pueblos indígenas están recuperando sus costumbres ancestrales, como el ambil. para así mantenerse unidos y enfrentar a los invasores.
Foto: Sergio Alejandro Melgarejo.

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*Nota del editor: Esta cobertura periodística forma parte del proyecto «Derechos de la Amazonía en la mira: protección de los pueblos y los bosques», una serie de artículos de investigación sobre la situación de la deforestación y de los delitos ambientales en Colombia financiada por la Iniciativa Internacional de Clima y Bosque de Noruega. Las decisiones editoriales se toman de manera independiente y no sobre la base del apoyo de los donantes.

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