Esta situación se ve con claridad en el lote con registro catastral 294521, que de hecho es información que reconoció la ARA. En uno de sus informes técnicos —número 023-2016-GRSM/ARA/DEGT-MAM— realizado a partir de la solicitud de cambio de uso de suelo de la empresa, describe que la zona es de protección en un 67,24% —por tratarse de pantanos y aguajales— y 12,86% de recuperación.
Esta categoría de protección la da también la ZEE a bosques secos y pajonales alto andinos por su alto valor bioecológico. En esta misma categoría se agrupan el Parque Nacional Cordillera Azul y el Área de Conservación Regional Cordillera Escalera.
La ZEE recomienda que este tipo de suelo se use para la conservación, reforestación, investigación o incluso para el turismo y nunca para la agricultura perenne: la palma aceitera es agricultura perenne.
El predio de registro catastral 294521, ya fue deforestado, consta de poco más de 103 hectáreas y era el hábitat —según expone Palmas del Huallaga en su estudio técnico de microzonificación— de añujes (Dasyprocta variegata), majaz (Agouti paca), ardillas (Sciurus vulgaris), achuni (Nasua nasua), perezoso de dos dedos (Choloepus didactylus), zarigüeya (Didelphis marsupialis), zchuni mama (Procyon cancrivorus), chosna (Potos flavus), sajino (Pecari tajacu), ratón arrozalero (Euryoryzomys), murciélagos fruteros, y de charreteras rojizas (Carollia perspicillata y Sturnira tildae).
También de aves como el pihuicho (Brotogeris versicolorus), pinsha (Andigena hypoglauca), gallinazo cabeza negra (Coragyps atratus), martín pescador pigmeo (Chloroceryle aenea) y trepador de barbilla blanca (dendrocincla merula). También de reptiles, anfibios, y una gran variedad de peces y árboles como el cachimbo (Cariniana), cetico (Cecropia engleriana), espintana (Anaxagorea pachypetala) y caraña (Trattinickia peruviana).
Un hallazgo más de Melvin Mestanza tiene que ver con el desbosque anticipado, se ve con claridad en el lote con registro catastral 300101. Es decir: aunque la solicitud de cambio de uso de suelo —gestionada por la empresa en marzo del 2017— aún no está resuelta, el sistema de monitoreo de deforestación del Ministerio del Ambiente, Geobosques, emitió 1404 alertas de deforestación de bosque primario entre octubre y noviembre del 2017, con la suma de la tala de 126 hectáreas, de un total de 136. Dado que las alertas se emitieron en 2017, el sistema no precisa la causa de la pérdida de bosque, explica Melvin, pero para cerciorarse que el territorio había sido talado sin permiso registraron el área con la ayuda de un drone.
A lo anterior se suma una obligación establecida en la Ley Forestal y de Fauna Silvestre que además se dispone en todas las autorizaciones que la ARA da a Palmas del Huallaga: siempre que hay cobertura boscosa en un predio de propiedad privada, el 30 % de la superficie deberá dejarse intacta, sin talar.
Con la investigación, Paz y Esperanza ha detectado que esto no se respeta al pie de la letra y se tala todo el predio.
Hay otra cosa: Rubén Ninahuanca y Melvin Mestanza han encontrado que al menos en seis de los expedientes con predios en o con cuencas, no se han respetado las fajas marginales ribereñas —el terreno en las inmediaciones de las cuencas—, algo que también establece la Ley como una medida de protección al agua.
En suma, de acuerdo con la investigación de Paz y Esperanza, del total de los expedientes por los que Palmas del Huallaga ha solicitado el cambio de uso de suelo: cinco se encuentran en áreas para conservación y recuperación así clasificados por la ZEE, en 21 expedientes no se respetó el 30% del área a conservar y en dos hubo tala de árboles antes de haber sido aprobada la solicitud. En seis, además, no se respetaron las fajas marginales y en cuatro hubo una superposición con predios vecinos, es decir, no respetaron los límites de sus lotes.